Blog

La búsqueda

Llevaba años pensando en empezar un blog. En el último curso de Arquitectura, hace diez años, escribí uno en paralelo a mi Proyecto de Fin de Carrera que me ayudó enormemente en el proceso y que resultó ser útil a muchos otros estudiantes. Sin grandes pretensiones, lo llamé Cuaderno de PFC. Lo enfoqué como una especie de diario de trabajo del proyecto donde quería aclarar ideas para mí misma y compartir con otras personas el desarrollo al desnudo, con sus dudas y desaciertos. Recuerdo la satisfacción y la motivación de investigar, seleccionar información y darle forma en cada texto. Me sentía, de alguna manera, acompañada en esa gestación tan solitaria.

El blog se terminó con la entrega del proyecto. Yo seguí caminando, me mudé a otro país, estudié arte, me adentré en la música y el baile, leí bastante y escribí algo, pero a mano, en los cuadernos que duermen en la estantería.

Escribir ha sido durante estos años un acto privado, un registro de la búsqueda vital que inicié al terminar la carrera y empezar un camino propio. Ha sido para mí una herramienta terapéutica más que un producto formal. En 2015 comencé un cuaderno físico al que de forma intuitiva titulé “La búsqueda” (no tenía ni idea de lo que estaba buscando). Era un fajo de hojas sueltas de colores, recogidas dentro de una partitura musical plegada. Lo hice así para poder añadir siempre hojas nuevas, ya que no sabía dónde ni cuándo encontraría el final. Ahora, con algo de perspectiva, creo que darle ese título fue, en realidad, el paso más importante: admitir que no tenía respuestas, que el camino nítidamente trazado de mi vida hasta aquel entonces, de repente, se detenía.

¿De qué va todo esto? ¿Para qué están las horas? ¿Qué mueve a las personas?

Durante varios años fui copiando en mi cuaderno fragmentos de lecturas sin demasiado filtro, dejándome llevar por todos los temas que me pinchaban el intelecto: la ciudad, el arte, el tiempo, la persona, el cuerpo, la expresión, la percepción... Mi único afán era comprender un poco mejor el mundo que me rodea y mi posición en él.

Con el tiempo fui comprendiendo que la búsqueda no se termina, que siempre se abren caminos con nuevas preguntas. Pero a través de esas preguntas se va formando una mirada, una sensibilidad. Hay algunas que ya no me interesan y otras que vuelven una y otra vez y van esclareciendo partes de mí que antes yacían en la sombra. Ahora me importa menos si encuentro o no respuestas: lo que quiero es llevarme mejor con las preguntas, bailarlas (a ser posible, con gracia).

No tengo una idea preconcebida de lo que escribiré en este blog y, como con mi cuaderno, no sé a dónde me llevará este camino, pero seguiré con los ojos abiertos, ahondando en el misterio de lo cotidiano y compartiendo lo que encuentre.

Instrucciones para vivir una vida:
Presta atención.
Asómbrate.
Cuéntalo.
(Mary Oliver)