La mujer detrás de Galímata se llama Blanca Domínguez. Es arquitecta y traductora especializada en arte y arquitectura. Traduce desde el inglés, el alemán y el francés al español. Después de licenciarse en Arquitectura por la Universidad de Sevilla, realizó un máster en arte en la Universidad de las Artes de Berlín, ciudad en la que reside desde hace nueve años.
Su pasión por la escritura y su vocación interdisciplinar la llevaron a estudiar traducción y corrección en la Universidad Pomepu Fabra, para poder llegar a fundar su actividad como traductora, correctora y redactora especializada.
Trabaja para el sector editorial, así como para clientes privados, instituciones y estudios de diseño y arquitectura. Ha traducido y publicado cinco libros de arte, además de textos técnicos, de prensa y de publicidad. Su experiencia como correctora ha estado centrada principalmente en textos académicos, aunque su mayor desafío en este ámbito ha sido la colaboración en un libro para el Instituto Torroja del CSIC. Como redactora, trabaja mano a mano con estudios de arquitectura en la redacción de textos para concursos.
En este sitio encontrarás información detallada sobre sus servicios, así como la ventana a una esfera más experimental, el blog, donde se exploran inquietudes de la autora relacionadas, o no, con el mundo de las palabras. No dejes de entrar... eso sí, por la ventana.
Si tienes interés o alguna pregunta, escribe a text@galimata.com
Con el acento puesto en editoriales, instituciones culturales, artistas y estudios de arquitectura.
El paso clave para conseguir textos convincentes, impecables y que se lean con la mayor fluidez.
Para esas ocasiones en las que tienes las ideas claras, pero no el tiempo para darles la forma que merecen.
Llevo años pensando en empezar un blog. En el último curso de Arquitectura, hace diez años, escribí uno en paralelo a mi Proyecto de Fin de Carrera que me ayudó enormemente en el proceso y que resultó ser útil a muchos otros estudiantes. Sin grandes pretensiones, lo llamé Cuaderno de PFC. Lo enfoqué como una especie de diario de trabajo del proyecto donde quería aclarar ideas para mí misma y compartir con otras personas el desarrollo al desnudo, con sus dudas y desaciertos. Recuerdo la satisfacción y la motivación de investigar, seleccionar información y darle forma en cada texto. Me sentía, de alguna manera, acompañada en esa gestación tan solitaria.